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¿POR QUÉ ES IMPORTANTE LA FLORA INTESTINAL?

La flora intestinal participa en numerosos procesos de nuestro organismo, entre los que destacan la función digestiva y la protectora o defensiva.

La flora intestinal experimenta constantes cambios en su composición que dependen de un sinfín de situaciones como la alimentación, el estrés y algunos factores medioambientales, entre otros; que pueden influir en el equilibrio de las bacterias que conforman nuestra microbiota.
Es por ello que los probióticos se están convirtiendo, cada vez más, en una opción reconocida para el desarrollo de una flora intestinal beneficiosa ya que pueden favorecer un correcto funcionamiento inmunitario proporcionando protección frente a patógenos.

¿Y EN EL CASO DE LOS NIÑOS?

Los primeros 1.000 días de los niños son cruciales. Hace unos años se consideraba que el tipo de parto determinaba en gran medida la microbiota de los bebés (y posteriormente del niño y adulto) pero actualmente, tras numerosas investigaciones, se puede afirmar que en realidad la microbiota está condicionada desde el momento de la concepción del bebé. Es por ello por lo que los primeros 1.000 días empiezan a contar desde dicho momento.

Debido a estos descubrimientos, podemos concluir que, además del tipo de parto y alimentación, la microbiota materna también juega un papel protagonista. Todos ellos influyen en la previsión de salud a largo plazo.

Un equilibrio en la composición de la microbiota de los niños es crucial ya que esta contribuye a:

Numerosos estudios concluyen que la estimulación bacteriana temprana -y continua- del sistema inmune en el intestino, por ejemplo, con probióticos; es beneficiosa para el desarrollo y la maduración de la respuesta inmune de los bebés y consecuentemente de los niños. Las bacterias beneficiosas como los lactobacilos y las bifidobacterias se encuentran normalmente entre las primeras en colonizar.

Este contacto cada vez es menor debido a la disminución de partos vaginales (la primera fuente de bacterias favorables para un bebé), la sustitución de la leche materna por fórmulas casi estériles, el mayor uso de antibióticos, un medio ambiente cada vez más «limpio» y un contacto mucho menor con animales; circunstancias que reducen la interacción huésped-bacteria.

Todo esto se asocia con un desarrollo alterado e inadecuado de la respuesta inmune.

¿QUÉ PASA CUANDO SE ALTERA LA FLORA?

La disbiosis o desequilibrio de la microbiota produce:

  • Alteración de los mecanismos de defensa del tracto digestivo
  • Disminución en el metabolismo y en la absorción de nutrientes
  • Posible aparición de bacterias no beneficiosas (patógenas) que dan lugar a episodios poco saludables como gases, cólicos, diarreas o hinchazón y/o dolor abdominal

El desequilibrio de la flora intestinal puede contribuir al malestar intestinal de los bebés y niños, asociándose en la mayoría de los casos con un gran estrés y ansiedad por parte de toda la familia.

¿CÓMO PODEMOS AYUDAR A MEJORAR LA FLORA?

La ingesta de probióticos, microorganismos vivos no patógenos, ayudan a mejorar las bacterias “buenas”, favoreciendo así una buena flora intestinal o microbiota.

Los probióticos tienen numerosos beneficios para nuestra salud, entre los que se destacan:

  • Refuerzo de nuestras defensas y prevención de infecciones
  • Competencia con los microorganismos patógenos,
    reforzando así el sistema inmune del paciente

Descubre cómo los probióticos pueden ayudar al bienestar de tu hijo y a su flora intestinal.

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