Cuando la lactancia materna no es posible, existen también bancos de leche de donantes con partos prematuros, así como fórmulas pretérmino totalmente adaptadas para facilitar esta etapa. En cualquier caso, sea cual sea el tipo de alimentación, partimos de un escenario común: Los bebés prematuros nacen antes de estar físicamente listos para dejar el vientre materno, lo que implica que en ocasiones puedan sufrir algunas dolencias derivadas de la inmadurez de su sistema digestivo.

La inmadurez del sistema digestivo del bebé puede producir cierta inflamación de su intestino, lo que puede traducirse en episodios de reflujo gastroesofágico o ciertas intolerancias, disfunciones que van mejorando y desapareciendo a la vez que el bebé va creciendo y madurando acorde a su edad corregida (edad que tendría si hubiese nacido a las 40 semanas de gestación).
La dolencia más común es el reflujo gastroesofágico, el cual afecta a más de la mitad de los bebés que nacen con prematuridad. Esto se produce porque el contenido del estómago encuentra la manera de regresar al esófago (debido a la poca maduración del esfínter gastroesofágico, músculo que divide los dos órganos) y el bebé lo expulsa, ya sea regurgitando en pequeñas cantidades o en forma de vómito más explosivo.

Por norma general, los bebés regurgitan a diario sin necesidad de tener reflujo, por lo que hay que observar otros síntomas, como malestar tras las tomas, irritabilidad o poca ganancia de peso y, ante cualquiera de estas manifestaciones, hay que consultar siempre con el pediatra y/o neonatólogo.